martes, 19 de enero de 2016

UN BOCADILLO DE JAMÓN

Un cenicero de papel plata. De vez en cuando un ronquido. Humo pululando en el ambiente. Dos botellas de agua rodando por el suelo, y una bolsa a modo de papelera. Alguien escuchando música con sus cascos y otros leyendo prensa recién horneada. Un chiste. Una calimba. Otro chiste. Risas. Unos pies fríos y otros calientes. Unas gafas de sol . Una bufanda. De repente silencio. Ventanas tintadas. Miradas perdidas contemplando el horizonte. El sol entremezclado con las nubes. Unos chicles. Algunos cigarrillos y un bocadillo de jamón...

…Una furgoneta atestada de músicos  de vuelta de un concierto.


Ese arca con ruedas que transporta a los músicos de una ciudad a otra como espantajos, que sin sus instrumentos en las manos se vuelven vulnerables en una soledad colectiva, quizá pactada en la condición del artista. El músico sin el escenario, sin su adrenalina, casi exhausto engullendo uno a uno los  kilómetros de la carretera, es simplemente una polichinela cuasi inerte, que espera volver subir a escena y cobrar vida de nuevo.

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